Abaraxka es un lugar estupendo para disfrutar de la flora y fauna de nuestro entorno. Hayedos, robledales, bosque mixto con presencia también de castaños y abedules, pinos y alerces marcan la fisonomía arbolada de nuestro paisaje. Hay un hayedo especialmente bonito y valioso en Izarraitz, que recorre buena parte de la cordillera entre roquedales u oquedades de caliza, desde la laguna de Marikutz (una de las pocas lagunas naturales de Gipuzkoa y morada de Mari en días de tormenta 🙂 hasta la gran cruz de Kakueta y más allá. Por esta razón y por algunas más («albergar hábitats y especies de interés comunitario, como alcaudones, águilas culebreras y halcones abejeros«), fue declarada en 2012 Zona de Especial Conservación. Es un lugar precioso y, como tantos hayedos y bosques, mágico.
Si hablamos de fauna, hablamos sobre todo de especies emplumadas, aunque no solo.
Arrancamos esta crónica con tres sorpresas deslumbrantes que hemos tenido la suerte de contemplar este año: tres grandes cisnes volando en fila directamente sobre el Albergue, un pequeño grupo de flamencos, y un elegante alimoche.
Sobre Abaraxka reluce especialmente la migración de otoño. Con fuerte viento sur, por aquí desfilan grandes bandadas de palomas torcaces (cada año un poco más tarde), miles y miles de pájaros (incluidas especies más difíciles de ver aquí, como pinzones reales o piquituertos y picogordos) y las hermosas formaciones en V de gansos y grullas.
Los milanos negros, aunque presentes, no nos regalan la migración masiva del centro-oeste del Pirineo, pero sus elegantes primos hermanos, los milanos rojos y sus largas colas en cuña, planean sobre nosotros en número abundante en otoño y, en realidad, a lo largo de todo el año. Ratoneros comunes, las elegantes águilas calzadas, cernícalos y otras falconiformes son vecinas habituales. Hemos visto azores y gavilanes patrullando y cazando pajarillos y tórtolas en nuestro barrio, y no es raro vislumbrar la silueta afilada de peregrinos y alcotanes, estos últimos midiéndose a veces con los vencejos. De hecho, los alcotanes son los únicos capaces de atrapar vencejos en persecución pura, siendo como son las aves más rápidas del mundo en vuelo sostenido (el halcón peregrino alcanza velocidades más altas, pero sólo cuando se lanza a tumba abierta como un bólido desatado).
Los avistamientos de buitres leonados son también frecuentes, normalmente cruzando sobre Azkoitia entre Izarraitz y Samiño, seguramente de paso hacia sus territorios en Aralar y Aitzkorri. El pasado otoño cerca de un centenar de buitres sobrevoló la colina situada enfrente de Abaraxka, debido sin duda a la presencia de algún animal muerto. Todo un espectáculo: son aves enormes, con una envergadura en vuelo que sobrepasa fácilmente los dos metros y medio.
Con reserva en el Albergue para todo el año: a continuación, enumeramos, aunque no de forma exhaustiva, las especies que viven en o alrededor de Abaraxka:
– Cornejas, urracas y arrendajos, piratas implacables de nuestra higuera. Las urracas patrullan a menudo nuestra terraza, cuando no hay humanos a la vista, y no es raro que una pareja de cornejas, que anida en un pinar cercano, «escolte» con muy mala leche hasta el límite del espacio aéreo de Abaraxka a todo ratonero común o águila calzada que ose sobrevolar su territorio en tiempo de cría.
– El carpintero verde o pito real, discreto en su verde corporal y llamativo en su rojo capirote, relincha todos los días en los prados y sotos cercanos. Desde finales de invierno, quien tamborilea en el hayedo vecino es el llamativo pico picapinos, rojo, blanco y negro. Y a la familia de carpinteros del valle de Kukuerri se ha añadido recientemente el primo mayor, el poderoso picamaderos o pito negro, negro de cuerpo y con sombre rojo y ojos blancos, atraído seguramente por la enorme cantidad de xilófagos que ha «producido» la reciente enfermedad que ha asolado la mitad de nuestro pinares. Sea como fuere, es un vecino más que bienvenido, una excelente noticia para nosotras.
– Por supuesto, chochines y petirrojos son más que vecinos, son familia. Discretos, pero igual de interesantes, o más. Alrededor de Abaraxka hallaréis, durante buena parte del año, pinzones comunes, colirrojos, mosquiteros, lavanderas (blancas y amarillas, las elegantes cascañedas), jilgueros, acentores, bisbitas, algún alcaudón, gorriones comunes (que este año han anidado en buen número en nuestro edificio), tarabillas, pardillos y afines, y algún torcecuello. Y comachuelos, nos encantan los comachuelos.
– Pero por quienes sentimos especial debilidad es por los integrantes de la cuadrilla que se reúne en nuestros lares en otoño-invierno: carboneros y herrerillos, los pequeños mitos de cola interminable, agateadores y algún trepador azul. Nos gustan porque, siendo diferentes, se unen para ayudarse mutuamente, para buscar comida y seguridad, cobijo y calor.
-Y, exactamente desde finales de abril (hacia el día 28 en Azkoitia) hasta finales de julio, puntuales como pocos, nuestro territorio se convierte en zona de caza y juegos para los portentosos vencejos. Si alguien tiene un don para la vida en el aire, ese es sin duda el vencejo. Y llegarán los aviones comunes y roqueros, y por supuesto las golondrinas. Pero poco antes habrán sobrevolado el Albergue, con su vuelo de mariposa, algunas elegantes y fantásticas abubillas.
– Por supuesto, mirlos y zorzales comunes viven todo el año en nuestro jardín. Escribimos estas líneas una mañana de invierno de finales de noviembre (todavía pasan en migración zorzales alirrojos y algunos reales), sentados junto al gran ventanal del comedor que da a nuestro jardín, donde, ahora mismo, cinco mirlos y tres zorzales comunes, junto a un petirrojo y dos pinzones (además de un chochín que acaba de posarse en el viejo tronco junto al pequeño rocódromo), buscan entre la hierba lombrices, caracoles e insectos.
– En abril y mayo escucharéis cantar al cuco (y, con un poco de suerte, veréis su estilizada, gris y barreada silueta, más parecida a la de un pequeño halcón), así que, si venís a principios de primavera, traed algo de dinero en vuestros bolsillos, por si acaso 😉
– Bajando al cercano río Urola o al arroyo de Txalon Erreka, que trepa por nuestro pequeño valle de Kukuerri, veréis garzas (reales y blancas) y algún cormorán, abundantes en ciertas épocas del año y un espectáculo cuando bucean una y otra vez para pescar truchas o loinas. Pero, además, si miráis bien, junto con algunas fochas comunes, entreveréis una flecha azul y naranja volando a medio metro del agua, un martín pescador; o una ave ligeramente más pequeña que un mirlo, negra o marrón oscura con la papada blanca, y cola corta, que salta entre las rocas que afloran del agua y de repente, a contracorriente, introduce la cabeza y medio cuerpo bajo el agua en busca de pequeños invertebrados. El mirlo acuático es un excelente bio indicador de la calidad del agua y del entorno. Así que sus avistamientos son, básicamente, además de un placer, buenas noticias. Una pareja anidó esta pasada primavera bajo un puente en el centro de Azkoitia, y si paseáis en época de cría por la Vía Verde en dirección a Aizpurutxo-Zumarraga, fácilmente veréis una pequeña maravilla: una pareja de mirlos acuáticos desapareciendo a toda velocidad tras la cortina de un salto de agua. Así que, como véis, nuestros ríos están vivos; incluso, con suerte, es posible ver a una gran anguila de río arrebatar un trozo de pan a uno de los muchos patos que pululan por el Urola. Y, si llega una gaviota, fijaos en sus patas, o en su pata: lleva un par de años entre nosotras, posándose con maestría sobre su única pata en los tejados o sobre las rocas del río.
La mirada se entrena, ya que sin mirar es imposible ver. Y hay mucho que ver en Abaraxka y en nuestro entorno, si miramos bien.
– Entre las aves nocturnas, el cárabo es el más sencillo de ver o, mejor dicho, de oír. Su ulular es muy característico y nos alegra muchas noches al concluir nuestra jornada laboral en el Albergue o cuando nos da la bienvenida poco antes del amanecer. A veces es posible verlo volando al anochecer, y si tenéis la suerte de saber en qué agujero de qué vieja haya se resguarda de día… es precioso.
– Lechuzas, lamentablemente, hay menos ahora, aunque todavía es posible ver una pareja en un antiguo y abandonado palacio cercano. Y no hace tanto que que era fácil ver al chotacabras en la pequeña cuesta que lleva hasta Abaraxka.
– La Dama del Bosque, la becada, llega a finales de octubre a los bosques que nos rodean. Lamentablemente, sufre una persecución encarnizada por parte de los cazadores de la zona. Es una ave magnífica y anidaría en mayor número si encontrara más paz aquí. Hace unos meses observamos una prima-hermana suya, una agachadiza común, alzando el vuelo en un pequeño arroyo cercano.
– Dejamos a los mamíferos de cuatro patas para el final. Hay jabalíes, demasiados seguramente, muy cerca del pueblo y de Abaraxka. Y hay corzos, elegantes y esquivos, pero mucho más fáciles de ver a la hora adecuada. Una pareja fue vista por unos buenos amigos en el cercano yacimiento arqueológico del poblado fortificado de la Edad de Hierro de Munoaundi, y a principios de esta semana vimos una desde la misma terraza del Albergue, subiendo tranquilamente al amanecer por el prado de enfrente hacia el pinar. Y hay zorros y martas y alguna liebre, y es sencillo ver su rastro cuando nieva o, con suerte, verlas cruzando un camino o una vereda de noche. Y, por supuesto, hay ardillas, rojas y guapas. Dos de ellas, sociables y atrevidas, han sido vistas a menudo entre los grandes árboles del jardín delantero del Santuario de Loiola, y una pareja especialmente oscura y mucho más discreta sacó adelante a sus crías este año a apenas cinco metros de la Vía Verde, muy cerca de Loiola.
Y hay erizos y lagartos, murciélagos y mantis religiosas y otras maravillas… así que, como veis, podríamos seguir 😉 pero, por ahora, nos reservamos otros encuentros para una próxima vez. Esperamos haberos entretenido este domingo de lluvia y nieve y avefrías y, quizás, haber despertado vuestro interés. Como dice el naturalista y guerrillero botánico británico Dave Bangs, «si nadie lo conoce, nadie lo amará, y si nadie lo ama, nadie luchará para protegerlo».